El crecimiento de la tecnología de la información a finales del S. XX y principios del XXI es la culminación de un proceso que empezó casi un Siglo antes, con la invención de la máquina de escribir. Ya no existe a partir de entonces necesidad de escribir con letra clara y tangible, y las habilidades con el teclado se han hecho mucho más importantes que la letra.
Quizás debido a esta dependencia de la tecnología y las perfecciones mecánicas que ésta crea, paradójicamente, mucha gente hoy aprecia el arte táctil de la caligrafía.
Los calígrafos modernos disponen de una rica herencia de escrituras latinas desarrolladas a lo largo de 2.000 años. La mayoría sin fácilmente inteligibles, y hasta las escrituras que han quedado en desuso tienen muchas características que se pueden incorporar y adaptar a la caligrafía moderna.
El alfabeto que usamos hoy en día fue adquirido por los ro anos a partir de los etruscos. Los romanos añadieron las letras griegas Y y Z, con lo que el total ascendia a 23. La J,U y W fueron añadidos medievales para acomodarse a otros valores fonéticos.
La herencia caligráfica más importante que debemos a los romano son incuestionablemente sus mayúsculas y por encima de todo las mayúsculas inscritas que aparecen a finales del siglo I d.C. Se habían usado incripciones en muchas civilizaciones anteriormente, pero la extrema sutileza, belleza y elegancia de los caracteres de esas inscripciones romanas, las capitalis monumentalis, eran diferentes. Directa o indirectamente, esas letras proporcionaron el modelo para casi todos nuestros tipo de mayúsculas de texto , así como para muchas de las mayúsculas ornamentales y caligráficas.
En términos caligráficos, no resulta útil otro tipo de letra romana; la mayúscula Rústica. Ésta nos conduce a otros ductus que, a diferencia de la capitalis monumentalis, también sirvió como letra manuscrita.
Cuando el Imperio Romano Occidental cayó en el declive y se fragmentó, gran parte de las escrituras se regionalizaron cada vez más intensamente. La Unicial, sin embargo, mantuvo gran parte de su integridad durante ese periodo romano tardío . Esta letra se puede contemplar como una interpretación latina de la Unicial Griega. La mayor parte de los textos cristianos estaban escritos en griego, por tanto se observaba de forma casi reverencial. Los primeros textos latinos cristianos estaban escritos con esa letra.
Hacia el siglo VI d. C la Uncial desarrolló diversas características, sobre todo en relación con lo que ahora definimos como trazos ascendentes y descendentes. Ahora llamamos Seminucial a esa letra. Dos desarrollos significativos tuvieron impacto en esta letra. El primero tuvo lugar ene le norte de Bretaña e Irlanda, donde la Semuncial alcanzó gran magnificencia, con se observa en le Libro de Kells y los Evangelios de Lindisfarne, que probablemente no se ha superado nunca. Estos libros fueron escritos para mayor gloria de Dios y por lo tanto eran lo mejor que se podía hacer con respecto a escritura, iluminación y encuadernación.
La Seminuncial también era una letra muy importante en la Europa continental, donde se usaba tanto para el trabajo secular com no secular, aunque se escribía de forma más rápida y por tanto tenai un carácter mucho más cursivo. A finales del siglo VIII, Carlomagno había establecido el primer imperio post-romano, que se extendia desde el Báltico hasta el norte de Italia. Carlomagno se veia a sí mismo como heredero de la Roma Imperial, con la literatura y la expansión del conocimiento como elementos clave de su misión civilizadora.
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